sábado, 21 de mayo de 2016

USO DE LA PALABRA

Utilizar bien nuestro amplio vocabulario no es solo cosa de la corrección gramatical o semántica, es también saber cuándo y en qué momento hay que colar una palabra. Cada una de ellas tiene su hueco, del mismo modo que no aplicamos coloquialismos en entrevistas de trabajo o con nuestra familia más próxima, tampoco es aconsejable usar cultismos en ámbitos más distendidos o con colegas con los que sales a pasar un rato.
Con esto no quiero decir que por necesidad haya que hablar mal sino que hay que saber cómo hablar según el lugar en el que nos encontremos. ¿De qué sirve usar palabras enrevesadas, latinismos, o vocablos de América Latina si los que tienes alrededor no los conocen? Si engalanamos de pedantería nuestro vocabulario en una reunión entre amigos seguramente estemos rompiendo el objetivo más básico de la comunicación: que nos entiendan. Habrás quedado como un cultureta que se jacta de ello con una palabra estudiada al milímetro para soltarla cuando menos lo esperes. Aunque servirá de poco más porque habrá alguien que pregunte, con toda razón: ¿qué significa dicha palabra?
Es muy probable que cuando nos enfrasquemos en una lectura y observemos una palabra que en primer término nos resulta extraña queramos por más que meterla en nuestro vocabulario. La altanería está a la orden del día y psicológicamente parapetar nuestros miedos tras unas palabras cultas puede resultarnos hasta beneficioso, pero mi consejo es que antes de ampliar el vocabulario de palabras que seguramente jamás uses por estar demodé o haber quedado olvidadas en el diccionario, será mejor que aprendas a usar primero las que son de uso más cotidiano. Palabras como ‘o sea’ siguen escribiéndose, hasta el sin fin de nuestros días, unidas. ‘Osea’, como sinónimo de ‘es decir’, es una estructura incorrecta, no confundir con ‘ósea’. Si tú ‘oseas’, o mejor dicho ‘oxeas’, estás espantando unas aves. Además debe ir entre comas. Lo mismo sucede con el famoso y extendido ‘cuanto menos’  con sentido de ‘como mínimo’. En este caso, lo correcto es usar ‘cuando menos’. Ejemplo: Salir a la calle en invierno es, cuando menos, una locura. El ‘cuanto menos’ se usa como comparativo de cantidad en una frase donde hay elementos con alguna relación. Por no hablar del maltratado verbo haber. ¿Cuántas veces hemos escuchado ‘habrán’, ‘habían’, ‘hayan’ actuando como verbo y no como auxiliar, plantándole un plural como una catedral? Si usamos la frase: ‘Habrán muchas crisis económicas’, ¿cómo pongo eso en presente? ¿Hays? ¿Hays muchas crisis económicas? El verbo haber cuando actúa de manera autónoma es impersonal. ‘Habrá muchas crisis económicas en el futuro’, ‘Había seis personas en la sala’ (nunca: Habían seis personas en la sala, porque, ¿cómo sería en presente? ¿Hays seis personas? Sí se puede usar el: Hayan hecho lo que hayan hecho, Ellos habían dicho que vendrían, etc. En esa estructura actúa como auxiliar.
Para concluir, si cometes algunos de los errores antes mencionados y a la vez intentas presumir de vocabulario rebuscado para que tu ego se marque un tanto, preocúpate antes porque el resto de tus palabras estén usadas de manera adecuada.

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